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11 de octubre de 2021

'Midnight Mass' (2021) de Mike Flanagan


Resulta incómodo recordar cómo el público, o la crítica especializada inclusive, subestimaron la dimensión creativa, el potencial ontológico y la osadía artística de numerosos autores por entregar obras enmarcadas en géneros populares de consumo y evasión. No hace tantos años, artistas de la envergadura de Ursula K. Le Guin o David Cronenberg tan solo escribían "novelas del espacio" o dirigían "pelis de miedo". Deseo creer que en la segunda década del presente siglo han sido superados este tipo de prejuicios.


Misa de medianoche (Midnight Mass, 2021), la nueva serie de televisión de Mike Flanagan, se sitúa dentro del género de terror en su apariencia. En ella encontramos varios de los artilugios narrativos y visuales que nos han dificultado conciliar el sueño desde los fantasmas, las brujas y los vampiros del transgresor cine mudo. No obstante, el empeño autoral de su creador aproxima la serie inesperadamente a películas como Ordet (1955) de Dreyer o Silence (2016) de Scorsese, en su esfuerzo por descifrar la fe religiosa; y a cintas como The Thin Red Line (1998) de Malick o Offret (1986) de Tarkovski, en su meditación existencialista. Tal vez las referencias que cito sean "palabras mayores", pensaréis, mas ¿qué importa el tamaño, la popularidad o el prestigio de una imagen, un verso, una melodía, si se apodera de tu mente y corazón en tan solo unos instantes? Si con The Haunting of Hill House Mike Flanagan firmó en 2018 la serie de terror perfecta, con Midnight Mass nos acaba de entregar una obra valiente y ambiciosa, intensa y elegante, poliédrica y extraordinaria que acredita de manera rotunda el talento de su autor. Aunque probablemente solo transite como una “serie de miedo”, este impaciente servidor ha cometido la osadía de no esperar a que el tiempo la juzgue… ¿Alguien más se atreve?








2 de octubre de 2018

'The Americans' (2013-2018) de Joe Weisberg


La pasada primavera se emitió el último episodio de una de las series más apasionantes y turbadoras que me ha ofrecido la pequeña pantalla en la última década: The Americans (2013 - 2018). El creador, Joe Weisberg, usó como punto de partida An Ordinary Spy, la novela que publicó en 2007 inspirada en el caso real de una pareja de espías rusos que vivieron diez años en EE.UU. como ciudadanos canadienses. La trama se inicia en los primeros años ochenta, en los que el matrimonio formado por Elizabeth y Philip Jennings son en realidad dos agentes de la KGB —entrenados desde muy jóvenes para infiltrarse en la sociedad norteamericana—, que viven desde hace décadas en Washington con identidades falsas, junto con sus dos hijos menores de edad, que no imaginan ni por asomo el verdadero origen de sus padres. Pero, a diferencia de las historias de espionaje más populares, el lujo y el glamour no tienen aquí razón de ser. En la línea de calidad de excelentes referentes cinematográficos como La vida de los otros (2006), de Florian Henckel von Donnersmarck, o El topo (2011), de Tomas Alfredson, la melancolía, la soledad, la frustración, la incertidumbre, el miedo y el sentido de culpabilidad son algunas de las emociones de las que nos hacen partícipes los personajes protagonistas,  encarnados en las inolvidables interpretaciones de Keri Russell y Matthew Rhys.


Son los años de la administración Reagan, uno de los periodos más siniestros de la política exterior estadounidense, en el que se fomentó el recrudecimiento de la guerra fría contra una Unión Soviética en declive para aumentar el gasto militar, y así disparar los beneficios económicos de las empresas americanas fabricantes de armas. Es una época de recesión, causada por un liberalismo económico sin control auspiciado por el gobierno que debilitó el nivel de vida de las clases más humildes, con lo que generaría, desde entonces, crisis financieras de manera cíclica. A todo ello, el pueblo estadounidense vivía en la ignorancia, distraído y adormilado por la televisión y el cine de evasión. Y es a través de las adictivas tramas de cada temporada, de la vida al límite de un matrimonio de espías asesinos, como The Americans reflexiona, en clave de denuncia, sobre una etapa de la historia de los EE.UU. que no ha sido lo suficientemente revelada en la ficción. 


Obviamente, el desmoronamiento de la Unión Soviética, la deprimida vida de sus habitantes y la inhumana naturaleza de la KGB son también mostradas sin censuras, alejándose de discursos maniqueístas. Aunque su audiencia ha sido discreta, la crítica especializada ha sabido valorar este thriller con algunos de los premios más prestigiosos de la televisión, como el Peabody (2015), los Primetime Emmy en diferentes categorías (2015, 2016 y 2018) o el premio al programa del año por el American Film Institute en cuatro ediciones consecutivas (2014, 2015, 2016, 2017).


Tras seis años de emisión, la brillante serie The Americans ha dejado como legado, en plena edad de oro de la ficción televisiva, la evidencia de que el entretenimiento más emocionante es también compatible con la crítica política y social, las conjeturas éticas y morales, los retratos psicológicos sobre las relaciones amorosas y familiares o los difusos límites entre nuestro yo interior y la imagen que mostramos, la delgada máscara que ven los demás... Nadezhda, Mischa, da svidániya!







2 de mayo de 2017

'Legion' (2017) de Noah Hawley


Noah Hawley, creador de Fargo —una de las series más importantes de la presente década—, es el responsable de Legion (2017), adaptación del cómic del mismo nombre de la editorial Marvel, donde la búsqueda artística se antepone a la persecución de los índices de audiencia. La exuberante estética retrofuturista, que bebe directamente de películas como Fahrenheit 451 (1966) de François Truffaut o La naranja mecánica (A Clockwork Orange, 1971) de Stanley Kubrick, sumada a la muy cuidada banda sonora con temas, entre otros, de The Who o Pink Floyd (no en vano el principal personaje femenino se llama Syd Barrett), dan como resultado un atractivo y caleidoscópico torvellino audiovisual. La ambigüedad sobre el estado mental del protagonista le sirve a los creadores de Legion para diluir los límites entre la realidad y los sueños —muy en la línea de las mejores novelas de Philip K. Dick—, de manera que cada episodio se convierte en un 'tour de force' narrativo donde el espectador se siente balanceado entre la fascinación y la aversión, la euforia y el terror. El excelente actor británico Dan Stevens interpreta a David Haller, el enmarañado protagonista de Legion, que aglutina en su mente todo un País de las maravillas en el que desear adentrarse, y tal vez perderse, "solo un capítulo más"...



Imagen de la cabecera extraída de la película "Metrópolis" (1927) dirigida por Fritz Lang