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15 de marzo de 2025

David Cronenberg

Retrato de Cronenberg a cargo de Matt Holyoak


«Cada persona es un científico loco y el mundo es su laboratorio. Todos intentamos experimentar para encontrar una forma de vivir, de solucionar problemas, de alejar la locura y el caos.»

Fragmento del libro Cronenberg on Cronenberg (1992) de Chris Rodley.


Tal día como hoy, en 1943, nacía en Toronto el realizador, guionista, actor, cirujano de ideas desafiantes, artista disidente ante las imposiciones homogéneas y estereotipadas de la industria, narrador filosófico, científico punk y Grand Master of Horror and Science Fiction Art David Cronenberg.


Autor de una de las filmografías más transgresoras y vanguardistas, su obra provocadora nos enfrenta a conceptos tan asombrosos como turbadores, que exploran nuestras arquitecturas mentales y espirituales como si de un furtivo acto sexual se tratara. Libre y genuinio, el canadiense es uno de los directores de cine más iconoclastas, audaces y lúcidos de los últimos cincuenta años.

No se retire jamás, profesor Cronenberg, nosotros continuaremos asistiendo apasionados a sus clases prohibidas en secreto...


Portishead: "Undenied” (1997)


Imágenes de las películas Videodrome, The Fly, Shivers, Dead Ringers, Crash, The Brood, Eastern Promises, Maps to the Stars y Crimes of the Future.






19 de febrero de 2025

“La invención de Morel” (1940) de Adolfo Bioy Casares


«No espero nada. Esto no es horrible. Después de resolverlo, he ganado tranquilidad. Pero esa mujer me ha dado una esperanza. Debo temer las esperanzas. Tal vez toda esa higiene de no esperar sea un poco ridícula. No esperar de la vida, para no arriesgarla; darse por muerto, para no morir. Ya no estoy muerto: estoy enamorado.»


Fragmento de la magistral nouvelle de ciencia ficción La invención de Morel (1940) de Adolfo Bioy Casares (Buenos Aires, 1914 – 1999).


Pintura Plans par couleurs (1910 – 1911) del maestro František Kupka (Opočno, 1871 — Puteaux, 1957).

Centre national d’art et de culture Georges-Pompidou, Paris.



Roxy Music: Same Old Scene (1980).




22 de enero de 2025

Ursula K. Le Guin


«Se avecinan tiempos difíciles, en los que necesitaremos las voces de escritores que puedan ver alternativas a la forma en que vivimos ahora, que puedan ver a través de nuestra sociedad afligida por el miedo y sus tecnologías obsesivas otras formas de ser, e incluso imaginar, motivos reales para la esperanza. Necesitaremos escritores que puedan recordar la libertad —poetas, visionarios—, realistas de una realidad más amplia [...]. En este momento necesitamos escritores que conozcan la diferencia entre la producción de un bien de mercado y la práctica de un arte. Desarrollar material escrito que se adapte a las estrategias de ventas con el fin de maximizar las ganancias corporativas y los ingresos publicitarios no es lo mismo que la publicación o autoría responsable de un libro [...]. Los libros no son sólo mercancías; el afán de lucro a menudo entra en conflicto con los objetivos del arte. Vivimos en el capitalismo, su poder parece ineludible, pero también lo era el derecho divino de los reyes. Los seres humanos pueden resistir y cambiar cualquier poder humano. La resistencia y el cambio a menudo comienzan en el arte. Muy a menudo en nuestro arte, el arte de las palabras.»

Fragmentos del discurso de aceptación de la Medalla por la contribución destacada a las letras americanas del Premio Nacional del Libro (National Book Award), por parte de Ursula K. Le Guin, el 19 de noviembre de 2014.


Tal día como hoy, en 2018, abandonaba nuestra esférica isla la poeta y filósofa, doctora y hechicera en la disciplina de concebir universos y almas con una máquina de escribir y Grand Master of Fantasy and Science Fiction Art, nuestra señora Ursula Kroeber Le Guin.

Hay figuras artísticas en las que parecen confluir varias de las cualidades que más me maravillan en un creador, como son la honestidad, la sensibilidad, la osadía, la elegancia y la imaginación. En estas virtudes, Ursula K. Le Guin es toda una refulgente baliza entre la bruma de urgencia y confusión, violenta mercadotecnia y mediocridad de la avalancha mediática actual. Es improbable adentrarse en sus libros y no sentirse complacido ante la presencia de su sabiduría, fruto tanto de la reflexión y el estudio, como de la experiencia y la intuición. Nos legó personajes y paisajes imbuidos en pacifismo, feminismo, ecologismo y anarquismo, donde las palabras son verdaderamente poderosas y el diálogo con el otro es vital. Por todo ello y cien constelaciones más, gracias, querida autora.


Página oficial de UKLG


Björk: "Jóga" (1997)








10 de abril de 2024

“La bestia” (La bête, 2023), de Bertrand Bonello


De entre los directores de cine actuales con más talento y dominio de su oficio, pocos me parecen tan valientes e indomables como Bertrand Bonello (Niza, 1968). Su inteligente mirada hacia los individuos y su entorno —afilada y solidaria a partes iguales— muestra un compromiso artístico que revela algo que en esta época puede sorprender a muchos: es posible levantar un universo personal y subjetivo sin caer en el ombliguismo. Es tal su alejamiento de las domesticadas corrientes de moda que en alguna ocasión ha dejado en evidencia a renombrados festivales de cine por su cobardía ante posibles polémicas. Las magistrales L’Apollonide: Souvenirs de la maison close (2011) y Nocturama (2016) no han necesitado premios ni reseñas en YouTube para convertirse en obras de culto cinéfilo. Deseo pensar que la extraordinaria La bête (2023) dejará el mismo recuerdo.


Partiendo de las ideas que Henry James plasmó en su relato La bestia en la jungla (1903), Léa Seydoux, con su imponente presencia y brillo interpretativo, en compañía de un versátil George MacKay, viven en el filme una intensa historia de amor durante tres periodos diversos; 1910, 2014 y un aséptico 2044. En este último marco temporal, el dominio de las IA sobre las personas no es más aterrador y despiadado que el clasismo, las desigualdades sociales y el uso mercantil de los seres humanos en los últimos cien años.


Empleando esa exquisita elegancia visual y refinada realización a la que el autor nos tiene acostumbrados, Bonello nos habla del miedo a los sentimientos profundos, del temor a la entrega amorosa, del vértigo ante el compromiso de la vida en pareja. Y pone el foco en algo que parece inevitable en las próximas décadas y se atisba en el presente: la estigmatización de los seres singularmente insumisos e inquietos, la disolución de los espíritus más sensibles, apasionados y vivos en los fríos embalses de lo civilizado, lo modélico y lo permitido…




KOMPROMAT feat. Adele Haenel: “De mon âme à ton âme” (2019)

 



2 de marzo de 2024

Philip K. Dick


Tal día como hoy, en 1982, abandonaba nuestro plano existencial el escritor, filósofo, hombre inconformista, espíritu libre, artista influyente e icono de la cultura pop, Philip K. Dick. Probablemente sea el autor con más imaginación en el que me he adentrado, y desde muy joven lo considero uno de mis favoritos. No obstante, cuanto más me deslumbra la obra de un artista, más rehuso los panegíricos sobre su figura. Por lo cual, permitidme hacer mío un fragmento del ensayo Philip K. Dick: un visionario entre charlatanes (Wizjoner pośród szarlatanów, 1975), del maestro de las letras polacas Stanisław Lem:

«Como norma, Dick se abalanza sobre los escombros de los materiales de trabajo de los mediocres profesionales norteamericanos de la ciencia ficción, añadiendo con frecuencia un toque de auténtica originalidad a conceptos harto desgastados y, lo que sin duda es más importante, erigiendo con ellos construcciones verdaderamente suyas. El mundo enloquecido, con un flujo de tiempo espasmódico y un entramado de causas y efectos que se retuerce sin equilibrio, el mundo de la física frenética es, incuestionablemente, invención suya, una inversión del estándar tradicional según el cual sólo nosotros podemos ser víctimas de la psicosis, nunca nuestro entorno. [...] Sí, es cierto que a veces sus obras no alcanzan el objetivo deseado; pero yo sigo bajo su hechizo, como suele ocurrir al ver los esfuerzos de una imaginación solitaria lidiando con una avasalladora superabundancia de oportunidades; esfuerzos en los cuales hasta una derrota parcial puede parecer una victoria.»

Los que continuamos bajo su hechizo celebramos hoy la plena contemporaneidad de sus relatos y novelas, una estimulante obra que nos impele más que nunca, en este presente delirante, a cuestionar nuestra presunta libertad de pensamiento, a meditar sobre el entramado que percibimos como realidad y a intentar alcanzar un mínimo de emancipación de las poderosas ondas gravitatorias de esos agujeros negros supermasivos que llamamos deseo, anhelo e ilusión.


Retrato “Philip K. Dick” (1975).

© Frank Ronan


The Flaming Lips: “The Observer” (1999).


21 de diciembre de 2021

Yevgueni Zamiatin y nosotros

Ejemplar de la editorial Cátedra (1.ª edición, 2011), propiedad del autor de esta bitácora.


Distopía es una palabra que la sociedad contemporánea ha logrado convertir, desafortunadamente, en algo tan célebre como lo son "premium", "influencer", "amazon" o "patinete". La pérdida de la privacidad, la sensación de que los individuos carecen de amparo ante los omnipotentes poderes económicos o gubernativos y el creciente nivel de incultura y necedad entre la población, han ocasionado un interés generalizado hacia creaciones de ficción especulativa que pronosticaron gran parte del complejo y desalentador presente que vivimos. Los libros de ciencia ficción "Un mundo feliz" (Brave New World, 1932) de Aldous Huxley y "1984" (Nineteen Eighty-Four, 1949) de George Orwell son comúnmente considerados clásicos de la literatura universal, pioneros del género distópico. Sin embargo, existe una obra rusa escrita con anterioridad en la que se inspiran las dos novelas británicas, de tal modo que el autor de "Rebelión en la granja" (Animal Farm, 1945) reconoció siempre de manera abierta su influencia, y que un servidor desea aquí elogiar como una pieza de arte trascendental: “Nosotros” (Мы, 1924) de Yevgueni Ivánovich Zamiatin.

Primera edición de "Nosotros" en ruso (Chekhov Publishing House, New York, 1952).


Nacido en la provincia rusa de Lebedian, e hijo de una pianista y un profesor y sacerdote, Zamiatin vive una infancia (que él recuerda muy solitaria) rodeado de libros; tanto es así que consideraba sus amigos a figuras como Dostoyevski, Turguénev y Gógol. Con veinticuatro años publica sus primeros relatos, mientras disfruta de una trayectoria de éxito como ingeniero naval que le hace viajar a Newcastle como supervisor y máximo responsable en la construcción de diversos buques rompehielos. De regreso a San Petersburgo, soporta varios encontronazos con la policía secreta por sus ideas bolcheviques, y en 1913 surge el extendido reconocimiento por parte de la intelectualidad rusa hacia sus numerosos relatos, piezas de teatro y artículos de prensa, hasta que en 1923 su obra cumbre “Nosotros” obtiene la triste recompensa de ser el primer libro censurado por el régimen soviético. Prohibida su publicación en la recién nacida URSS, la novela es editada al año siguiente en Nueva York por E. P. Dutton. Sin embargo, es tras la aparición de una edición traducida al checo en Praga —demasiado cerca de Moscú— cuando las acusaciones de traición son generalizadas en su país. Víctima del boicot, las presiones y los reproches que soportó en el ámbito literario, el autor permaneció sumido en una gran aflicción a lo largo de los siguientes años. En un último intento de recuperar la actividad creativa y el honor como autor, en 1931 Zamiatin escribe una arriesgada carta a Stalin, donde lamenta profundamente los ataques y el desprecio que recibió la novela y su propia persona por parte de los críticos literarios, los editores e, inclusive, sus colegas de profesión. No le perdonaron las ideas ambiguas del libro, sus múltiples interpretaciones y el hecho decisivo de que fuera prohibido por el gobierno. «Sé que tengo la mala costumbre de decir en un momento determinado, no lo que podría ser provechoso, sino lo que creo que es verdad. Particularmente, nunca he ocultado mi actitud ante el servilismo literario, el vasallaje y la hipocresía: consideraba, y sigo considerando, que eso rebaja tanto al escritor como a la revolución», escribió con franqueza Yevgueni Ivánovich. En la misiva confesaba, además, que se sentía muerto como escritor y rogaba que le permitieran exiliarse al extranjero junto a su esposa Liudmila N. Usova. Stalin accedió —presumiblemente con la mediación de Maksim Gorki—, y en 1932 la pareja se estableció en París. Las dificultades económicas, la sensación de aislamiento y el anhelo de volver algún día a su tierra dañaron seriamente su salud y cinco años después murió de un ataque al corazón.

Edición en inglés con prólogo de Margaret Atwood (Canongate, 2020).


Solo una personalidad tan singular como la de Zamiatin podía crear una historia tan perturbadora en su día para el régimen dictatorial soviético como para los actuales partidarios del hipercapitalismo contemporáneo, que ha convertido en mero producto mercantil a la gran mayoría de la humanidad y a la naturaleza en su totalidad. En este sentido, la figura del escritor ruso evoca enérgicamente el ensayo “El hombre rebelde” (L'Homme révolté, 1951), de Albert Camus, en el cual el pensador francés reflexiona, entre otros conceptos, sobre el imperativo vital de desafiar las injusticias sociales, cuestionar lo prohibido, negar los dogmas, buscar la dignidad personal, percibir ser parte de la naturaleza y aceptar nuestros límites sin renunciar a la protesta contra los poderes permanentes e inalterables. Ser, en definitiva, rebelde.

Edición brasileña traducida al portugués (Aleph, 2017).


En “Nosotros” se narran las experiencias y los pensamientos del protagonista, así como se describe la sociedad futurista a la que pertenece, a través del diario personal que redacta en secreto en su domicilio individual de paredes transparentes, donde no hay cabida para la intimidad. En este mundo extremadamente organizado por el "Estado Único", los ciudadanos reciben nombres de estética tan matemática como O-90, R-13 o D-503, "código" este último con el que es denominado el personaje principal, cuya reglamentaria y apacible vida como un destacado ingeniero es perturbada al conocer a una misteriosa mujer poseedora de peligrosas ideas subversivas... I-330 es ingeniosa, independiente, seductora y sabe cómo mantener las apariencias ante los anónimos "Guardianes" que vigilan ocultos entre la multitud. Esta nueva "Eva" logrará que el obediente "Adán" caiga en su influjo y le empuje a reconsiderar las doctrinas que impone el Estado Único y su líder, el "Benefactor". Esta premisa ha sido utilizada con diversas variaciones en infinidad de ocasiones y ha sentado las bases de lo que hoy entendemos como distopía. Ahora bien, Zamiatin no se detiene en el acento profético, en la advertencia, en la denuncia política y social. La novela va más allá del "síndrome de Casandra" y convida al lector a resetear sus ideas sobre las más frecuentes convenciones sociales, sin considerar épocas, lugares o creencias, para, a través de una prosa exuberante y experimental, satírica y simbólica —melliza a la poesía en su capacidad de sugestión—, cuestionar todas las organizaciones humanas cuyas inercias acostumbran a abocar a los individuos a la alienación, ayer, hoy y mañana.

Edición traducida al catalán (Males Herbes, 2015).


De las innumerables historias inspiradas en “Nosotros” es posiblemente “Fahrenheit 451” (1953) la que le resulte más familiar al lector por su lenguaje, ya que el lírico estilo de Ray Bradbury atesora de igual forma esa vocación sensorial y sinestésica que exhibía Zamiatin. Desde el punto de vista literario, otra faceta a destacar es la indudable influencia del gran titán de la novela Fiódor M. Dostoyevski, presente aquí en la profundidad psicológica de cada uno de los personajes, quienes, aunque no sienten el amparo o el vacío de la fe religiosa como en las publicaciones del genial moscovita, sí perciben emociones análogas hacia el "Estado Único", una suerte de deidad omnipotente.

Diseño de cubierta inspirada en "Metrópolis" (1927), de Fritz Lang (Alma Books, 2017).


Llegados a este punto, resulta irónico que el libro se publicara por primera vez en Nueva York, ya entonces capital no oficial del capitalismo, sistema este también muy cuestionado en “Nosotros” con sus numerosas referencias a las recientes ideas, por aquel entonces, de Frederick W. Taylor sobre el aumento de la productividad laboral a través de un estricto control empresarial hacia los trabajadores, tanto en cadenas de montaje como en tareas administrativas. Infortunadamente, cegados por las paranoias que nacen de todo postulado radical, sus camaradas no supieron descifrar tan poliédrico relato y su caudal de propuestas y retos. Sin ánimo de desentrañar minuciosamente este asombroso volumen, cometido ya efectuado de manera excelente por Fernando Ángel Moreno en la recomendadísima edición de la editorial Cátedra (con traducción de Valeria Artemyeva y Alfredo Hermosillo), la faceta que me resulta más apasionante de "Nosotros" es la elaborada diatriba entre el anhelado libre albedrío y la arriesgada desobediencia en colisión con la estabilidad que conlleva el sometimiento, la felicidad regalada sin reflexión. Hay que señalar la maestría con la que Zamiatin nos hace partícipes de esta ambivalencia del carácter humano, desorientado ante el empuje del imparable progreso. La desesperación por mantener un comportamiento racional y la búsqueda de ideas elevadas en pugna con los impulsos atávicos (la claudicación a los deseos, el abandono a los instintos y la pasión), conducen al protagonista a un estado de tensión y angustia desmedido. Es fácil observar aquí un paralelismo con el creciente aumento de los trastornos mentales del presente siglo, en el que las personas nunca se han encontrado tan alejadas de la naturaleza, atrapadas en una sociedad intimidante y deshumanizada.

Retrato de Yevgueni Ivánovich Zamiatin.

Pese a su terco idealismo, probablemente Zamiatin no habría concebido la novela de saber que le llevaría a una ruina personal, ya que la vida de una sola persona tiene más valor que toda la influencia que una de sus obras haya podido generar. No obstante, y teniendo en cuenta que no fue publicado en su país hasta 1988, su padecimiento no fue en vano y hoy podemos leer, estudiar y debatir este libro extraordinario, que en justicia ocupa cada vez más el lugar que merece. Pienso que reivindicar "Nosotros" es combatir a los inquisidores y opresores tanto del pasado como actuales, de igual manera que tratamos de redimir a las incontables mujeres invisibilizadas durante milenios o a las personas borradas de las páginas de la historia por su orientación sexual o raza. Los incómodos desafíos a los que nos enfrentaba Zamiatin se mantienen más que vigentes, y tal vez deberíamos contagiarnos algo de su carácter indómito y escéptico, humanista e íntegro, de ese "hombre rebelde” de Albert Camus, y no perder la esperanza, la fantasía, los sueños, antes de que nuestros nombres sean alfanuméricos y ya sea demasiado tarde... Como epílogo a este sencillo homenaje al autor ruso, me parece ideal el siguiente fragmento de su magnífica novela: «¿A qué reza la gente? ¿Con qué se atormenta? ¿Con qué sueña desde la cuna? Con alguien que explique de una vez por todas en qué consiste la felicidad y luego los encadene a ella».

Firma de Zamiatin


Ilustraciones de Kit Russell para la edición de lujo de la editorial londinense The Folio Society, con traducción de Clarence Brown e introducción de Ursula K. Le Guin.

© Kit Russell / The Folio Society (2018).








25 de mayo de 2019

"Mercaderes del Espacio" (1954), de Frederik Pohl y Cyril M. Kornbluth


En la primera mitad de la década de los cincuenta, criticar el American way of life en los EE.UU no era habitual... pero atacar ferozmente el capitalismo y, su herramienta lobotomizadora, la publicidad, era valiente y pionero: directamente subversivo. En la distopía Mercaderes del Espacio (1954), de Frederik Pohl y Cyril M. Kornbluth, nos encontramos una Norteamérica en la que el gobierno es abiertamente un títere de las grandes multinacionales y los ciudadanos viven adocenados, serviles y en teórica libertad de consumir, consumir y consumir. De lectura amena y con mucho humor e ironía, este clásico nos advertía de una pesadilla que se ha hecho realidad.





15 de mayo de 2019

"El fin de la infancia" (1953), de Arthur C. Clarke


Arthur C. Clarke es el paradigma de la ciencia ficción más científica y filosófica. En su novela El fin de la infancia (1953) podemos leer una de las partes finales más fascinantes y sobrecogedoras de toda la literatura del género fantástico. No es extraño que influenciara a varias bandas de rock de los 70 como Led Zeppelin (portada del álbum “Houses of the Holy”), Genesis (canción ”Watcher of the Skies”), Van Der Graaf Generator (canción ”Childlike Faith in Childhood’s End”) o Pink Floyd (canción "Childhood's End")...





5 de mayo de 2019

'Más que humano' (1953) de Theodore Sturgeon


Una pauta insistente es la del artista, de singular talento y originalidad, que no alcanza un reconocimiento masivo y, sin embargo, logra influir marcadamente a muchos de sus colegas creadores. A Sturgeon se le reivindica como uno de los autores de ciencia ficción más interesantes de la segunda mitad del siglo XX, y Más que humano (1953) es su novela más destacada. De prosa exuberante y emotiva —cercana al lirismo de Ray Bradbury— y con una trama inquietante y sorprendente —tan inconcebible como los relatos de Philip K. Dick—, la novela del autor neoyorquino es un pequeño milagro en el que la empatía, la soledad, la intuición, la alegría, el miedo y la esperanza que habitan en el interior de las personas más desarraigadas y olvidadas se convierten en el centro del universo...


1 de agosto de 2017

'Aniara' (1956) de Harry Martinson

Ejemplar de la editorial Gallo Nero (1.ª edición, 2015), propiedad del autor de esta bitácora.


El autor sueco Harry Martinson publicó en 1956 una colección de 103 poemas que narran la triste historia de la nave estelar Aniara, perdida y errante en lo más profundo del espacio, en cuyo interior viven refugiados los últimos supervivientes de la raza humana. Gracias a la editorial Gallo Nero, y a la elaborada traducción de Carmen Montes Cano, desde el año 2015 podemos acceder al fin a esta obra nunca antes publicada en castellano. En ella Martinson nos hace partícipes, con extrema sensibilidad, de la añoranza por el hogar perdido y de la orfandad que padecen los pasajeros de tan solitario vehículo. Verso a verso, reviviremos la naturaleza singular e irreemplazable de cada ser humano vivo, a pesar de las desmesuradas magnitudes del cosmos. Aniara, entre otros inabarcables matices, es un canto elegíaco y ecologista, es un alegato a favor de la paz, es una más que vigente advertencia sobre el mañana y es una declaración de amor al arte: esencial para la expresividad, la comunicación y la evolución del ser humano. El artífice de esta obra inolvidable se suicidó en 1978, después de sufrir una etapa de aislamiento y depresión ocasionada por las duras críticas recibidas en su propio país tras recibir el premio Nobel de literatura... Aquí al menos, en mi libro, Aniara y su autor no dejarán nunca de navegar.


2 de mayo de 2017

'Legion' (2017) de Noah Hawley


Noah Hawley, creador de Fargo —una de las series más importantes de la presente década—, es el responsable de Legion (2017), adaptación del cómic del mismo nombre de la editorial Marvel, donde la búsqueda artística se antepone a la persecución de los índices de audiencia. La exuberante estética retrofuturista, que bebe directamente de películas como Fahrenheit 451 (1966) de François Truffaut o La naranja mecánica (A Clockwork Orange, 1971) de Stanley Kubrick, sumada a la muy cuidada banda sonora con temas, entre otros, de The Who o Pink Floyd (no en vano el principal personaje femenino se llama Syd Barrett), dan como resultado un atractivo y caleidoscópico torvellino audiovisual. La ambigüedad sobre el estado mental del protagonista le sirve a los creadores de Legion para diluir los límites entre la realidad y los sueños —muy en la línea de las mejores novelas de Philip K. Dick—, de manera que cada episodio se convierte en un 'tour de force' narrativo donde el espectador se siente balanceado entre la fascinación y la aversión, la euforia y el terror. El excelente actor británico Dan Stevens interpreta a David Haller, el enmarañado protagonista de Legion, que aglutina en su mente todo un País de las maravillas en el que desear adentrarse, y tal vez perderse, "solo un capítulo más"...



9 de diciembre de 2015

"Pioneros de la ciencia ficción rusa" (2013)


Para los que amamos la literatura de ciencia ficción, hay ciertos libros que resultan totalmente irresistibles, como es el caso de la colección de relatos publicados por la editorial Alba "Pioneros de la ciencia ficción rusa" (2013). Escritos por cinco autores diferentes entre los años 1892 y 1906, e inéditos hasta ahora en castellano, son otra prueba más del inagotable y fascinante universo propio, siempre por descubrir, del país más grande del mundo. A destacar dos relatos: "Entre la vida y la muerte" de Alekséi N. Apujtin, por su calidad literaria, y "En otro planeta" de Porfiri P. Infántiev, por su asombroso ingenio al narrar un viaje a Marte anticipándose a autores tan populares como H.G. Wells o Edgar Rice Burroughs.


26 de enero de 2010

"Moon" de Duncan Jones


En la última edición del Festival de Cine Fantástico de Sitges recibió el premio a mejor película la producción Moon (2009). Su director, el debutante Duncan Jones, se declara un acérrimo seguidor del cine de ciencia ficción y recuerda con añoranza las cintas que, en los años setenta y principios de los ochenta, narraban historias del futuro, con el esencial deseo de maravillar al público ante la impresión de hallar en la pantalla los límites del ser humano y su trascendencia ante el universo.


2001: Una odisea del espacio (1968), la magistral obra de Stanley Kubrick, encumbró al género a unos niveles de consideración infrecuentes hasta la fecha, estatus que anteriormente habían alcanzado en el medio literario novelas como 1984 (1949) de George Orwell o Crónicas Marcianas (1950) de Ray Bradbury. A finales de los setenta todavía se realizó algún film excepcional, tanto desde una condición artística y poética Stalker (1979) de Andréi A. Tarkovski— como de éxito y repercusión Encuentros en la tercera fase (1977) de Steven Spielberg. Posiblemente, la última película magistral de ciencia ficción sea Blade Runner (1982), adaptación de una novela de Philip K. Dick dirigida por Ridley Scott, que, junto al alegato ecologista Naves misteriosas (1971) de Douglas Trumbull, es homenajeada en Moon, al recuperar algunos de sus elementos y enfocarlos desde un prisma nuevo, sencillo y honesto.



En la actualidad el cine de anticipación no discurre por su mejor época. En Hollywood, en la mayoría de las ocasiones, tan sólo ejerce de coartada para saturar al espectador con efectos visuales (cada vez más cercanos al videojuego), donde el actor estrella de guardia defiende reiteradamente a la humanidad. En este contexto Moon se convierte en un proyecto inusitado desde su génesis. El director, determinado a recuperar el olvidado espíritu artesanal de las películas hechas con maquetas, cuyas tesis bebían directamente de la literatura de especulación científica, concibió el argumento en el cual se basa el guión de Nathan Parker.



Sam Bell es un astronauta cuya solitaria misión en la Luna está a punto de finalizar después de tres años. De su esposa e hija tan sólo puede recibir vídeos grabados, y su única compañía es una computadora llamada “Gerty”, que posee la voz de gentleman del actor Kevin Spacey. A escasos días de su vuelta a la Tierra, y cada vez más agotado por la soledad, la repentina visión de una joven desconocida desencadenará todo tipo de alteraciones en su rutina diaria.



El actor Sam Rockwell, que sustenta todo el peso de la cinta, se muestra como el intérprete idóneo para generar empatía en el espectador gracias a su franqueza y naturalidad. Su encarnación del solitario astronauta logra algunos de los pasajes más conmovedores, y a la par contenidos, del reciente panorama cinematográfico.



"¿Había estado ciego y sordo, o había sido necesaria la severa luz del desastre para encontrar mi verdadera naturaleza?", escribió el periodista Jean-Dominique Bauby unas semanas previas a su fallecimiento por causa del “síndrome de cautiverio”; cuestión que se podría formular el protagonista de Moon. Y es que, como en la más inspirada ciencia ficción, el film reflexiona sobre nuestra esencia y nuestro espíritu. Con su primer trabajo, Duncan Jones plantea con sutileza la posibilidad de la existencia del alma y su capacidad para vincular a los seres humanos más allá de las limitaciones físicas. El resultado es una película que siembra un recuerdo indeleble en el espectador. Mas tal vez en el futuro, quizá en el presente, contemplando las distantes estrellas, podamos hallar nuestro sentido y medida, nuestro propio destello.








22 de marzo de 2007

Egon Blant


Creo que tenía ocho años cuando mi padre me regaló un cómic de ciencia ficción. Él lo eligió porque sabía que me obsesionaba todo lo relacionado con el espacio y el futuro. Era una vieja reedición de Flash Gordon, con dos historias protagonizadas por el héroe intergaláctico. Una de ellas se titulaba "Música silenciosa" (Egon Blant Escapes) con guión y dibujo de Dan Barry (1923-1997).


Buscando en Internet, descubrí que se publicó originalmente en 1968, año que en mi adolescencia me interesó especialmente, debido al histórico Mayo de París, cuando las revueltas estudiantiles llegaron a provocar una crisis nacional en Francia. La historia de Egon Blant, aunque transcurre en un futuro lejano, está influenciada por esa época de jóvenes con ansias de revolución. Por desgracia, el cómic lo perdí hace muchísimo tiempo, aunque lo recuerdo bien de leerlo infinidad de veces durante años.
Para acompañar el relato de mis recuerdos, he elegido una pieza musical que ya forma parte de mi vida.


'Opening' de Philip Glass




La música de Egon Blant

Él era músico, y estaba loco. Poseía el talento de hipnotizar a las personas a través de su música, y así tenerlas bajo control. Encarcelado durante años por utilizar su don, consiguió al fin escapar. Con una personalidad obsesiva y extrema, perfeccionista e intolerante con la ignorancia y vulgaridad predominantes; su determinación de luchar ante la decadencia que él sentía en la sociedad, le condujo a idear su propia revolución.


En seguida llevó a cabo un plan para lograr alcanzar su sueño. Secuestró a las tripulaciones de decenas de naves espaciales para poblar una ciudad, fundada por él, en un lejano y e inhóspito planeta. Un palacio de plata y cristal coronaría la urbe, donde los órganos y pianos del demente compositor reproducirían por siempre su melodía. Todos los habitantes vivirían en armonía. La paz y el amor perdurarían. La violencia, la mezquindad, el odio...no lograrían llegar a la ciudad de los teclados infinitos de Egon Blant. A través de su música sería el único gobernante, haciéndose responsable de que su pueblo fuera siempre feliz.


Pero el héroe lo descubrió, y ayudado por el ejército, Flash Gordon libera a los secuestrados, destruye la ciudad y detiene al fugitivo músico, encarcelándolo para siempre.
Aunque tan solo era un niño, no pude evitar sentir fascinación por el sueño utópico e idealista del lunático hipnotizador. Al final de la historia, Flash camina entre las ruinas de la ciudad junto a su pareja Dale Arden, y ella le comenta:

«No hay nada más triste que contemplar las cenizas de un sueño, aunque sea el sueño de un loco.»

En mi infancia, la frase se quedó grabada en mi memoria. Siendo ya adulto relacioné su locura e idealismo con personajes literarios como el Don Quijote de Cervantes o el Príncipe Mishkin de Dostoievski.

Quizá el músico loco no siguió preso hasta su final y escapó, por última vez, gracias a una ayuda inesperada...
“Pero ésa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.”




Imagen de la cabecera extraída de la película "Metrópolis" (1927) dirigida por Fritz Lang