«Cadáveres anónimos.
Ningún olvido los reúne,
Ningún recuerdo los separa...
Olvidados en la hierba invernal
Sobre la vía pública,
Entre dos largos relatos de bravura
Y sufrimiento
“¡Yo soy la víctima!”. “¡No, yo soy
la única víctima!”. Ellos no replicaron:
“Una víctima no mata a otra.
Y en esta historia hay un asesino
Y una víctima”. Eran niños,
Recogían la nieve de los cipreses de Cristo
Y jugaban con los ángeles porque tenían
La misma edad... huían de la escuela
Para escapar de las matemáticas
Y la antigua poesía heroica. En las barreras,
Jugaban con los soldados
Al juego inocente de la muerte.
No les decían: dejad los fusiles
Y abrid las rutas para que la mariposa encuentre
A su madre cerca de la mañana,
Para que volemos con la mariposa
Fuera de los sueños, porque los sueños son estrechos
Para nuestras puertas. Eran niños,
Jugaban e inventaban un cuento para la rosa roja
Bajo la nieve, detrás de dos largos relatos
De bravura y sufrimiento.
Luego escapaban con los ángeles pequeños
Hacia un cielo límpido.»
Poema Cadáveres anónimos (2004) del maestro de las letras palestinas
Mahmoud Darwish (1941 – 2008).
Traducido del árabe por María Luisa Prieto.
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Dos décadas nos separan de estos versos, si bien podrían haber sido escritos hoy.
No apartemos la mirada ante la “solución final” de Israel.
No abandonemos al pueblo palestino y miremos hacia otro lado…
Retrato de Mahmoud Darwish (Cisjordania, Palestina, 1998).
All Is Loneliness (2018) en versión de Katia Labèque junto a David Chalmin, Massimo Pupillo y Raphaël Séguinier, sobre un tema de Moondog (Louis Thomas Hardin).
«Estoy compuesta por urgencias; mis alegrías son intensas; mis tristezas, absolutas.
Me obstruyo de ausencias, me vacío de excesos. No encajo en lo estrecho, solo vivo en los extremos.
Poco no me sirve, algo no me satisface, las mitades nunca fueron mi fuerte.
Todos los grandes y pequeños momentos, hechos con amor y con cariño solo para mis recuerdos eternos.
Las palabras incluso me conquistan temporalmente… pero las actitudes pierden o me ganan para siempre.
Supongo que entenderme no es una cuestión de inteligencia, y sí de sentir, de entrar en contacto…
O te toca, o no te toca.»
Poema Yo de la mirífica autora Clarice Lispector (Chechelnik, 1920 — Rio de Janeiro, 1977).
Imágenes de la aguda y cautivadora fábula The Love Witch (2016) con montaje, música, guion y dirección de Anna Biller.
Pieza musical Sapientie (1998) arreglada e interpretada por Jocelyn Montgomery y compuesta por la polímata Hildegard von Bingen (Bermersheim vor der Höhe, 1098 — Bingen am Rhein, 1179).
Ejemplar de la editorial Gallo Nero (1.ª edición, 2015), propiedad del autor de esta bitácora.
El autor sueco Harry Martinson publicó en 1956 una colección de 103 poemas que narran la triste historia de la nave estelar Aniara, perdida y errante en lo más profundo del espacio, en cuyo interior viven refugiados los últimos supervivientes de la raza humana. Gracias a la editorialGallo Nero, y a la elaborada traducción de Carmen Montes Cano, desde el año 2015 podemos acceder al fin a esta obra nunca antes publicada en castellano. En ella Martinson nos hace partícipes, con extrema sensibilidad, de la añoranza por el hogar perdido y de la orfandad que padecen los pasajeros de tan solitario vehículo. Verso a verso, reviviremos la naturaleza singular e irreemplazable de cada ser humano vivo, a pesar de las desmesuradas magnitudes del cosmos. Aniara, entre otros inabarcables matices, es un canto elegíaco y ecologista, es un alegato a favor de la paz, es una más que vigente advertencia sobre el mañana y es una declaración de amor al arte: esencial para la expresividad, la comunicación y la evolución del ser humano. El artífice de esta obra inolvidable se suicidó en 1978, después de sufrir una etapa de aislamiento y depresión ocasionada por las duras críticas recibidas en su propio país tras recibir el premio Nobel de literatura... Aquí al menos, en mi libro, Aniara y su autor no dejarán nunca de navegar.