El ex líder de The Tea Servants, Steven Munar, inició su carrera en
solitario en el año 2007 con la edición de su álbum “Miracle Beach”. Su
segundo larga duración, “The Language of the Birds”, aún pendiente de
publicación, confirma el giro, ya iniciado en su último trabajo con la
banda (“Travel West”, 2003), hacia una música más inspirada en las
raíces americanas, así como constata la madurez artística de su autor,
merced a unas composiciones honestas y emotivas, ajenas a modas y
presiones del mercado.
El pasado 24 de abril, por
primera vez tras seis años, The Tea Servants se reunieron para un
concierto en la Sala Be Cool de Barcelona, con motivo del 15 aniversario
de los locales de ensayo “La Sexta Planta”. ¿Cómo resultó la
experiencia? ¿Qué destacarías de tu trayectoria con el grupo y qué
diferencias ves con publicar en solitario?
Fue muy emotivo volver a interpretar las
viejas canciones del grupo después de años de haberlas aparcado. La
distancia hace que aprecies más y mejor los buenos temas y olvides
aquellos que ya no te dicen nada. El concierto lo basamos sobre todo en
el “Travel West” (2003), que es el mejor álbum del grupo y que, bajo mi
punto de vista, aguanta bastante bien el paso del tiempo, y en el
“Higher” (2001), que es nuestro largo más conocido pero del que no estoy
muy satisfecho. De la primera etapa del grupo (1995-1998), cuando
editábamos con Grabaciones en el Mar, no tocamos ninguna canción, ya que
el estilo que interpretábamos entonces era radicalmente diferente al
que luego evolucionaríamos; pero a esa época pertenece el mejor álbum
del grupo junto a “Travel West”: “Police Looking After Thieves”, un
disco arriesgado, con muchas ideas y muy intenso. Una de las grandes diferencias al
iniciar mi carrera en solitario es la libertad a la hora de tocar con
diferentes músicos, lo cual es siempre muy enriquecedor, o el
enfrentarme solo con mi acústica ante el público, lo que no es siempre
sencillo.
¿Qué opinas de cómo han afectado las nuevas tecnologías a la música y al negocio discográfico?
El negocio de la música ha cambiado
radicalmente. Publicar un CD –hace unos años algo no tan sencillo– está
relativamente al alcance de todos. Las plataformas de autoedición son
innumerables. Pero el CD prácticamente es sólo una carta de
presentación, es un: “Hola, existo; aquí la prueba física”. Sin embargo,
no supone el puntal del negocio. Ahora son los conciertos los que dan
beneficios al entramado musical. Por otro lado, y como paradoja, hay más
música que nunca y grandes artistas sin publicar, y auténtica bazofia
llenando portadas; supongo que forma parte de esta época sin ética y sin
valores que vivimos. No son tiempos fáciles.
“Miracle Beach” recibió muy
buenas críticas, por ejemplo de la revista “Ruta 66”. Es una obra en la
que hablas de crisis y de autosuperación, de fe y de renovación, de
libertad… ¿Anticipaste el actual colapso de la tan cacareada
globalización, o responde a otros motivos?
“Miracle Beach” supone un punto y aparte
en mi carrera musical y en mi vida personal. Después de la disolución
de mi anterior banda y la ruptura con mi discográfica, “Miracle Beach”
es un nuevo comienzo. En él doy rienda suelta a todas mis inquietudes
espirituales y a mi romanticismo sin ningún tipo de prejuicio. Mi forma
de cantar también adopta un nuevo tono, más calmado, y el hecho de no
tener el peso de mi antigua banda hace que todo sea más fluido.
Las catorce canciones que conforman tu nuevo trabajo transmiten alegría, esperanza y serenidad. ¿Es una evolución espiritual lógica, por así decirlo, de tu anterior LP? ¿Qué diferencias ves entre ambas obras?
Sí, supongo que es una evolución lógica
con respecto a “Miracle Beach”, pero también con sus particularidades.
El disco está marcado por la muerte de mi padre y el nacimiento de mi
hija, y lo estrechamente ligados que están ambos sucesos. Una de las
grandes diferencias con respecto a mi anterior trabajo es la forma en
que ha sido registrado. “The Languaje of the Birds” lo grabamos con mi
banda, The Miracle Band, en directo, a la vieja usanza, para conseguir
que el resultado fuera lo más fresco posible. De hecho, una de mis
premisas en el disco ha sido buscar la inmediatez, lo directo. Así que
toda idea que iba surgiendo a lo largo de la grabación, como “Morning
Sun” o “Uke Song”, se ha aprovechado para intentar dar ese aire de
frescura. El disco estilísticamente hablando ahonda en la tradición (pop, folk, country, blues…).
De nuevo nos hemos encontrado con un álbum lleno de grandes canciones, como “Strenght”, “No future, no past”, “The sun”, “The language of the Birds” o la pieza cuyo videoclip podemos ver en tu Myspace: “God has helped (halellulah)”. ¿Te sientes especialmente satisfecho de algún corte en particular?
De nuevo nos hemos encontrado con un álbum lleno de grandes canciones, como “Strenght”, “No future, no past”, “The sun”, “The language of the Birds” o la pieza cuyo videoclip podemos ver en tu Myspace: “God has helped (halellulah)”. ¿Te sientes especialmente satisfecho de algún corte en particular?
No podría decirte. Todos los temas que han sido grabados han pasado primero por un severo proceso de selección, decirte cuál me gusta más o menos es imposible, ya que depende del momento, del día…
De herencia inglesa por línea
materna, mallorquín de nacimiento y educación, y ahora barcelonés
adoptivo: ¿cómo crees que te han marcado, vital y artísticamente, estas
influencias culturales?
Obviamente el hecho de haber sido criado
en una isla del Mediterráneo te marca para siempre, eso es indudable.
Dejando de lado su parte turística y su lado burgués, Mallorca es
conocida como la “isla de la calma o de la luz” por lo intensa y clara
que es la luz del sol. Es un lugar que invita a la reflexión y a la
búsqueda espiritual, aspectos que tienen un lugar fundamental en mis
letras. De mi parte inglesa, destacaría el amor por la música anglosajona y el
sentido del humor. En mi casa nunca faltaron los buenos discos de los 60
y 70: The Beatles, The Kinks, Dylan, Cohen, etc. De Barcelona, lugar en que resido desde hace 14 años y donde ha nacido mi hija, he aprendido a un nivel vital… ¡a espabilar!
Has actuado ante una audiencia
de grandes festivales, como en el FIB, el Primavera Sound, el BAM…, y
también ante el público de pequeñas salas. ¿Es muy diferente tocar para
unos y otros? ¿Hay algún entorno en concreto que te resulte más
gratificante?
Es muy diferente tocar solo, en
acústico, o acompañado de una banda, y tocar en un gran festival o en un
pequeño bar. Todas las combinaciones tienen su encanto y su reto, me
gustan todas, pero, puestos a escoger, prefiero un lugar íntimo donde
impere el silencio y que el público esté allí sólo por la música.
El pasado mes de septiembre, en
la sección de cultura de La Vanguardia, te preguntaron tus diez
canciones preferidas. Como nosotros somos más modestos, nos gustaría que
nos dieras sólo un título: el de un disco excepcional que, sin embargo,
por circunstancias ajenas a su calidad, sea desconocido para el gran
público.
No dejo de reivindicar una y otra vez a
una excelente banda mallorquina con más de 20 años de carrera y sólo
cuatro y excelentes LP: La Búsqueda, de Francisco Albéniz. Su último
disco, “Los Penitentes” (Gelmar, 2004), es una auténtica joya.
Entrevista realizada por Elisenda N. Frisach y Egon Blant.
Fotografía de Andreu Revilla.
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