26 de enero de 2010

"Moon" de Duncan Jones


En la última edición del Festival de Cine Fantástico de Sitges recibió el premio a mejor película la producción Moon (2009). Su director, el debutante Duncan Jones, se declara un acérrimo seguidor del cine de ciencia ficción y recuerda con añoranza las cintas que, en los años setenta y principios de los ochenta, narraban historias del futuro, con el esencial deseo de maravillar al público ante la impresión de hallar en la pantalla los límites del ser humano y su trascendencia ante el universo.


2001: Una odisea del espacio (1968), la magistral obra de Stanley Kubrick, encumbró al género a unos niveles de consideración infrecuentes hasta la fecha, estatus que anteriormente habían alcanzado en el medio literario novelas como 1984 (1949) de George Orwell o Crónicas Marcianas (1950) de Ray Bradbury. A finales de los setenta todavía se realizó algún film excepcional, tanto desde una condición artística y poética Stalker (1979) de Andréi A. Tarkovski— como de éxito y repercusión Encuentros en la tercera fase (1977) de Steven Spielberg. Posiblemente, la última película magistral de ciencia ficción sea Blade Runner (1982), adaptación de una novela de Philip K. Dick dirigida por Ridley Scott, que, junto al alegato ecologista Naves misteriosas (1971) de Douglas Trumbull, es homenajeada en Moon, al recuperar algunos de sus elementos y enfocarlos desde un prisma nuevo, sencillo y honesto.



En la actualidad el cine de anticipación no discurre por su mejor época. En Hollywood, en la mayoría de las ocasiones, tan sólo ejerce de coartada para saturar al espectador con efectos visuales (cada vez más cercanos al videojuego), donde el actor estrella de guardia defiende reiteradamente a la humanidad. En este contexto Moon se convierte en un proyecto inusitado desde su génesis. El director, determinado a recuperar el olvidado espíritu artesanal de las películas hechas con maquetas, cuyas tesis bebían directamente de la literatura de especulación científica, concibió el argumento en el cual se basa el guión de Nathan Parker.



Sam Bell es un astronauta cuya solitaria misión en la Luna está a punto de finalizar después de tres años. De su esposa e hija tan sólo puede recibir vídeos grabados, y su única compañía es una computadora llamada “Gerty”, que posee la voz de gentleman del actor Kevin Spacey. A escasos días de su vuelta a la Tierra, y cada vez más agotado por la soledad, la repentina visión de una joven desconocida desencadenará todo tipo de alteraciones en su rutina diaria.



El actor Sam Rockwell, que sustenta todo el peso de la cinta, se muestra como el intérprete idóneo para generar empatía en el espectador gracias a su franqueza y naturalidad. Su encarnación del solitario astronauta logra algunos de los pasajes más conmovedores, y a la par contenidos, del reciente panorama cinematográfico.



"¿Había estado ciego y sordo, o había sido necesaria la severa luz del desastre para encontrar mi verdadera naturaleza?", escribió el periodista Jean-Dominique Bauby unas semanas previas a su fallecimiento por causa del “síndrome de cautiverio”; cuestión que se podría formular el protagonista de Moon. Y es que, como en la más inspirada ciencia ficción, el film reflexiona sobre nuestra esencia y nuestro espíritu. Con su primer trabajo, Duncan Jones plantea con sutileza la posibilidad de la existencia del alma y su capacidad para vincular a los seres humanos más allá de las limitaciones físicas. El resultado es una película que siembra un recuerdo indeleble en el espectador. Mas tal vez en el futuro, quizá en el presente, contemplando las distantes estrellas, podamos hallar nuestro sentido y medida, nuestro propio destello.








2 comentarios:

  1. Precioso final de artículo sobre una película que, a través de un guión inteligente y honesto, y una realización sencilla y elegante, especula sutilmente sobre el sentido de la vida.
    Y Sam Rockwell se confirma de nuevo como el actor idóneo para encarnar protagonistas en películas de debut. Como ya sucediera en Confesiones de una mente peligrosa, cuando a Rockwell se le da cancha...¡es mucho Rockwell!

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  2. ¡Gracias Gelsomina! Como aficionado a la ciencia ficción imagino que tenía todos los números para que "Moon" me agradara especialmente. La interpretación de Rockwell es para deleitarse una y varias veces.

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Imagen de la cabecera extraída de la película "Metrópolis" (1927) dirigida por Fritz Lang